Si la perdida se produce de forma inesperada o traumática, que la persona que fallezca sea alguien joven son agravantes y aumentan la probabilidad de que el paciente desarrolle sentimientos de ambivalencia hacia el difunto y que se produzca un duelo patológico o complicado.
Aunque el dolor que conlleva la muerte de un ser querido es inevitable, la terapia puede ayudar a liberar la carga del sufrimiento
Solicitar informaciónEL DUELO
Son varias las fases del duelo tras una muerte de un ser querido dicho proceso requiere pasar por diferentes emociones dolorosas en las que constituyen las distintas fases del duelo, pero estas emociones no se presentan de forma ordenada y muchas veces aparecen mezcladas unas con otras. Una serie de fases (Kübler-Ross), que aproximadamente pueden durar entre los seis y los dieciocho meses. Las fases del duelo por la pérdida de un ser querido son las siguientes:
1-Negación: la persona no acepta la muerte ,hay una negación de la realidad .Puede que entre en estado de shock y sentir la sensación de que está viviendo un sueño o creer que la persona fallecida va a aparecer en cualquier momento, puede haber una cierta sensación de irrealidad y las emociones se pueden bloquear. Síntomas que en esta etapa pueden aparecer suelen ser sobre todo de ansiedad como: mareos, hiperventilación, insomnio y ataques de ansiedad.
2-Ira y rabia: Poco a poco, la percepción de pérdida comienza a aparecer y es en ese momento cuando se pasa a la segunda etapa. La ira aparece, entre otros motivos, por la sensación de vacío que queda tras el fallecimiento, unida a la sensación de falta de apoyo y a la posible soledad llevan al familiar a generar ira hacia sí mismo, hacia otras personas o incluso ante sus propias creencias. La pregunta más repetida en esta fase es: ¿Por qué a mí?
Aparecen sentimientos como la rabia y el enfado. Éstos pueden ir dirigidos hacia el fallecido, los hechos que rodearon la muerte, hacia personas cercanas que hayan estado cerca del fallecido o involucradas en el suceso y hacia personas que nada o poco han tenido que ver con lo ocurrido. La rabia también puede ser dirigida hacia uno mismo. Los sentimientos de frustración y de rabia cuando se produce una muerte son naturales
3-CULPA: Esta etapa puede llegar a ser una de las más importantes a la hora de elaborar el proceso de duelo, entre otras cosas porque va a estar presente prácticamente a lo largo de toda la vida. En ella, el doliente comienza a buscar posibles culpables a lo que le ha sucedido y al final acaba auto culpabilizándose: “Si me hubiera enterado antes de lo que tenía”, “Si le hubiera tratado mejor”, “Si no le hubiera gritado”. Toda esta culpabilidad le va a llevar a tener ensoñaciones nocturnas y arrebatos de dolor en momentos puntuales.
La persona puede sentirse culpable por la muerte del otro o sufrir por “no haber hecho lo suficiente” o “por no haberse portado bien con el otro”, por ejemplo, sintiéndose culpable por haber provocado una discusión. Todo ello puede suceder sin que se haya tenido responsabilidad alguna ante lo ocurrido.
4-Depresion: en esta etapa la emoción principal es la tristeza al hacerse consciente de la pérdida. Este dolor nos hace conectar con un sentimiento profundo de soledad y vacío y podemos llegar a tener la sensación de que sin el otro no podemos vivir.El doliente empieza a tomar conciencia de la pérdida e intenta recordar al ser querido, utilizando fotos, recuerdos u objetos que le faciliten sensaciones que poco a poco comienza a perder. Al ir asimilando el dolor y la pérdida, comienza a plantearse el futuro y le genera miedo, debido sobre todo a la sensación de vacío provocada por la falta del ser querido. En esta fase del duelo la pregunta más frecuente quizá sea: ¿Y ahora qué hago yo?
5-Aceptación: llega el momento de aceptar la muerte y de tratar de rehacer la vida. En esta etapa comenzamos a desprendernos de objetos y de recuerdos del difunto. Es una etapa en la que no sé esta ni alegre ni deprimido, tan solo aceptación ante la realidad de seguir viviendo sin la persona querida. Es el momento de tomar decisiones sobre cómo será a partir de ahora la vida y de resolver aquellos asuntos pendientes. En esta fase del proceso es conveniente realizar una despedida simbólica que facilite el proceso de aceptación. Cuando aceptamos la muerte es cuando podemos empezar a rehacer la vida. Cuando aceptamos que la otra persona ya no está no quiere decir que ya no nos duela o no la echemos de menos. Aprendemos a vivir si ella, aunque siempre nos quedará su recuerdo.
TIPOS DE DUELO:
Normal: aquel donde las reacciones citadas en el punto anterior permanecen durante un periodo comprendido entre los seis y los 18 meses. Se van superando las distintas fases del proceso, hasta llegar a la aceptación de la pérdida, pudiendo volver a rehacer su vida sin la presencia del ser querido.
Patológico: la persona se ve superada por la pérdida. Las señales que pueden inducir a que el duelo se está convirtiendo en patológico serían: falta total de respuesta ante la muerte, el dolor intenso se prolonga sobremanera, sentimientos desproporcionados de culpa, idealización de la persona fallecida, ausencia de recursos personales o familiares, historia previa de trastornos psicológicos, estar absorto con los recuerdos, síntomas hipocondríacos relacionados con la enfermedad, desconexión de la realidad, visitas continuadas al cementerio.
Crónico: se produce cuando el proceso de duelo se mantiene durante años y el familiar es incapaz de reinsertarse socialmente.
Anticipado: la familia percibe la pérdida como inevitable antes de que esta suceda. Esto da lugar a que cuando la pérdida se produce, las reacciones ante el duelo son menos intensas pues con anterioridad a la pérdida esta era percibida como inevitable.
Retardado: se puede ver en aquellas personas que en las fases iniciales del duelo son capaces de mantener el control de la situación sin dar signos aparentes de sufrimiento. Tienen bloquedas las emociones.La preocupación de ayudar a familiares y atender diversas exigencias de las circunstancias no les deja tiempo para ocuparse de sí mismas. Después de negarlo, con el paso de un periodo de tiempo basta con que un simple recuerdo, o una imagen para desencadenar el duelo no resuelto que llevan dentro.
Ambiguo: duelo que aparece como consecuencia de la no presencia física del muerto, por ejemplo, en aquellas personas con familiares desaparecidos, gente dada por muerta… Familiares que no pueden cumplir con los rituales de la despedida y que constantemente se realizan preguntas del tipo: “¿Volverá o no?”, “¿estará muerta o no?”, “¿celebro el funeral o no?”
EL DUELO
Aunque el dolor que conlleva la muerte de un ser querido es inevitable, la terapia puede ayudar a liberar la carga del sufrimiento y guiar a la persona en la elaboración del duelo, previniendo o resolviendo un duelo patológico o complicado.
Con la terapia se puede ayudar a manejar la ansiedad, la culpa, la rabia o la tristeza que sobrevienen tras la muerte de un ser querido.
La terapia iria enfocada en varios puntos:
- Aceptar la realidad de la pérdida. Esta primera tarea es básica para poder seguir haciendo el trabajo del duelo.
- Aunque parezca algo evidente, incluso si la muerte es esperada, como sucede en los casos de enfermedad terminal, en los primeros momentos casi siempre existe la sensación de que no es verdad, una sensación de incredulidad que generalmente se resuelve en poco tiempo.
- Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida ,tanto el dolor emocional como al dolor físico que muchas personas sienten tras una pérdida significativa. Es importante reconocer los sentimientos que ésta despierta y no intentar evitarlos, sentir el dolor plenamente y saber que algún día pasará.
- Adaptarse a una realidad en el que el fallecido está ausente.Esta parte de la terapia implica cosas muy diferentes ya que depende del rol que hubiese entre el fallcido y el paciente y de la relación que existiese entre ambos, pues no es lo mismo el que el fallecido sea el padre, la pareja o un hijo.
- Y por último recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo. Básicamente es poder continuar la vida de un modo satisfactorio.
Emma García
Psicologa & Coach
Creamos situaciones y después renunciamos a nuestro poder culpando a otros de nuestras frustraciones.No hay persona, lugar ni cosa que tenga ningún poder sobre nosotros.En nuestra mente, sólo pensamos nosotros.Louise Hay
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